miércoles, agosto 31, 2005

L'alquimista (II)

"És presisament la possiblitat d'arribar a realitzar un somni el que fa que la vida sigui interessant"



Paulo Coelho, L'Alquimista (1988)






L'alquimista (I)

Aleshores, el seu cor va romandre en silenci durant tota una tarda. A la nit, el noi va dormir tranquil, i quan es va despertar el cor li va explicar coses de l'Ànima del món. Va dir que l'home feliç era l'home que tenia Déu dins seu. I que la felicitat la podria trobar en un simple gra de sorra del desert,tal com havia dit l'Alquimista. Perquè un gra de sorra és un moment de la Creació, i l'Univers va trigar milers de milions d'anys per crear-lo. " Nosaltres, els cors, no acostumem a parlar.ne gaire, d'aquests tresors, perquè els homes ja no els volen trobar. Només en parlem a les criatures. Després, deixem que la vida els encamini en direcció al seu destí. Però, desgraciadament, molt pocs segueixen el cami que els ha estat traçat, que és el camí de la Llegenda Personal i de al felicitat. Es pensen que el món és amenaçador, i és per això que el món es torna amenaçador."
"Aleshores, nosaltres, els cors, parlem cada vegada més fluixet, però mai no allem. I procurem que no sentin les nostres tres paraules: no volem que els homes pateixin perquè no han seguit el seu cor"



Paulo Coelho, L'Alquimista (1988)

En el moment que Christopher no pensa en gossos morts

Hi ha gent que creu que la Via Làctia és una llarga filera d'estels, però no és veritat. La nostra galàxia és un disc enorma d'estels de cent mil anys llum de diàmetre, i el sistema solar està en algun punt proper als límits del disc.
Si mires en direcció A, és a dir, tombant la vista 90º respecte del disc, no veus gaires estels, però si mires en direcció ´B en veus molts més perquè mires cap al centre de la galàxia, i com que la galàxia és un disc, veus una renglera d'estels.
Llavors vaig pensar que, durant molt de temps, els científics es devien sentir confosos pel fet que el cel sigui fosc de nit, malgrat que hi ha d'haver estels miris allà on miris, per la qual cosa el cel hauria d'estar completament il·luminat per la llum dels estels perquè hi ha ben pocs obstacles que impedeixin que la seva llum arribi a la terra.
Aleshores van descobrir que l'univers s'expandia i que els estels s'allunyaven els uns dels altres a tota velocitat arran del Big Bang, i que com més lluny estaven els estels de nosaltres, més depressa es movien, i que alguns gairebé anaven a la velocitat de la llum, motiu pel qual la seva llum mai no ens arribava.
Tota aquesta historia m'agrada. És una explicació que pots deduir amb la teva pròpia ment simplement mirant el cel que tens damunt el cap a la nit i pensant, sense haveer de preguntar res a ningú.
I un cop l'univer hagi acabat d'esclatar, tots els estels s'alentiran, com una pilota quan la llances enlaire, i s'acabaran aturant i tornaran a caure cap al centre de l'univers. Io llavors res no ens impedirà veure tots els estels del món perquè tots es mouran cap a nosaltres, cada vegada més depressa, i sabrem que el món s'està apunt d'acabar perquè quan alcem la mirada cap al cel a les nits no hi veurem foscor, sinó la llum enlluernadora de milers i milers de milions d'estels que cauran cap a nosaltres.
Però això no ho veurà ningú perquè a la aterra no hi quedarà cap huma que ho pugui veure. Segurament ja s'hauran extingit. i si encara quedessin humans a la terra, tampoc no veurien res de tot això, perquè la llum seria tan brillant i abrusadora que tothom moriria cremat, fins i tot si visquessin en túnels.



Mark Haddon, El curiós incident del gos a mitjanit (2003)



martes, agosto 30, 2005

Cortázar (II)

Para luchar contra el pragmatismo y la horrible tendencia a la consecución de fines útiles, mi primo el mayor propugna el procedimiento de sacarse un buen pelo de la cabeza, hacerle un nudo en el medio y dejarlo caer suavemente por el agujero del lavabo. Si este pelo se engancha en la rejilla que suele cundir en dichos agujeros, bastará abrir un poco la canilla para que se pierda de vista.

Sin malgastar un instante, hay que iniciar la tarea de recuperación del pelo. La primera operación se reduce a desmontar el sifón del lavabo para ver si el pelo se ha enganchado en alguna de las rugosidades del caño. Si no se lo encuentra, hay que poner en descubierto el tramo de caño que va del sifón a la cañería de desagüe principal. Es seguro que en esta parte aparecerán muchos pelos, y habrá que contar con la ayuda del resto de la familia para examinarlos uno a uno en busca del nudo. Si no aparece, se planteará el interesante problema de romper la cañería hasta la planta baja, pero esto significa un esfuerzo mayor, pues durante ocho o diez años habrá que trabajar en algún ministerio o casa de comercio para reunir el dinero que permita comprar los cuatro departamentos situados debajo del de mi primo el mayor, todo ello con la desventaja extraordinaria de que mientras se trabaja durante esos ocho o diez años no se podrá evitar la penosa sensación de que el pelo ya no está en la cañería y que sólo por una remota casualidad permanece enganchado en alguna saliente herrumbrada del caño.

Llegará el día en que podamos romper los caños de todos los departamentos, y durante meses viviremos rocleados de palanganas y otros recipientes llenos de pelos mojados, así como de asistentes y mendigos a los que pagaremos generosamente para que busquen, separen, clasifiquen y nos traigan los pelos posibles a fin de alcanzar la deseada certidumbre. Si el pelo no aparece, entraremos en una etapa mucho más vaga y complicada, porque el tramo siguiente nos lleva a las cloacas mayores de la ciudad. Luego de comprar un traje especial, aprenderemos a deslizarnos por las alcantarillas a altas horas de la noche, armados de una linterna poderosa y una máscara de oxígeno, y exploraremos las galerías menores y mayores, ayudados si es posible por individuos del hampa, con quienes habremos trabado relación y a los que tendremos que dar gran parte del dinero que de día ganamos en un ministerio o una casa de comercio.

Con mucha frecuencia tendremos la impresión de haber llegado al término de la tarea, porque encontraremos (o nos traerán) pelos semejantes al que buscamos; pero como no se sabe de ningún caso en que un pelo tenga un nudo en el medio sin intervención de mano humana, acabaremos casi siempre por comprobar que el nudo en cuestión es un simple engrosamiento del calibre del pelo (aunque tampoco sabemos de ningún caso parecido) o un depósito de algún silicato u óxido cualquiera producido por una larga permanencia contra una superficie húmeda. Es probable que avancemos así por diversos tramos de cañerías menores y mayores, hasta llegar a ese sitio donde ya nadie se decidirá a penetrar: el caño maestro enfilado en dirección al río, la reunión tormentosa de los detritos en la que ningún dinero, ninguna barca, ningún soborno nos permitirán continuar la búsqueda.

Pero antes de eso, y quizá mucho antes, por ejemplo a pocos centímetros de la boca del lavabo, a la altura del departamento del segundo piso, o en la primera cañería subterránea, puede suceder que encontremos el pelo. Basta pensar en la alegría que eso nos produciría, en el asombrado cálculo de los esfuerzos ahorrados por pura buena suerte, para escoger, para exigir prácticamente una tarea semejante, que todo maestro consciente debería aconsejar a sus alumnos desde la más tierna infancia, en vez de secarles el alma con la regla de tres compuesta o las tristezas de Cancha Rayada.


Julio Cortázar, Pérdida y recuperación del pelo (1970)






Cortázar (I)

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.


Julio Cortázar, Instrucciones para subir una escalera (1970)

La Mort truca

NAT (contemplant-lo esbalaït): Qui sou?
MORT: La Mort.
NAT: Qui?
MORT: La Mort. Escolteu, puc asseure'm? Gairebé m'he
trencat l'espinada. Estic tremolant com una fulla.

NAT: Qui sou vós?
MORT: La Mort. Teniu un got d'aigua?
NAT: La Mort? Què voleu dir, la mort?
MORT: Què us passa? Que no veieu el vestit negre i la cara
emblanquinada?

NAT: Sí.
MORT: Que és carnaval?
NAT: No
MORT: Doncs sóc la Mort. Ara, em podeu donar un got
d'aigua o una tònica?


Woody Allen, La mort truca (1966)

Los Tambores

- Hay una leyenda en nuestra cuidad -dijo uno-. Se cuenta que, hace muchos años, unos hombres salieron por la gran puerta de la muralla en busca de una nueva vida. Se dice que llevaban maderos y tambores. ¡Igual que éstos! ¡Ja, ja, ja!

Reiner Zimnik, Los tambores (1972)